Oporto comenzó siendo Cale, una aldea celta ubicada a orilla del Duero a la que, después de conquistarla, los romanos, con su sentido del comercio fuertemente incorporado -¿para que tener un Imperio, sino?- agregaron un puerto de cuyo nombre, Portus Cale, derivo el posterior nombre del país: Portugal. Este puerto era uno de los destinos en la ruta comercial entre Braga y Lisboa.
Los visigodos fueron los siguientes conquistadores de Cale, manteniéndola en su poder entre 456 y el año 716, cuando llegaron los ejercitos árabes y se hicieron con el gobierno.
Los árabes, a su vez, debieron ceder el control a las fuerzas españolas dirigidas por el rey Alfonso I de Asturias, aunque fue el rey Alfonso III de Asturias quien la mando a repoblar; sin embargo, lo que suele recordarse no es a estos monarcas sino a Alfonso Enríquez, quien venció a los musulmanes en 1138, permitiendo la independencia del Condado Portulacense del reino de Castilla y León, dando así origen a Portugal.
En 1143, Enríquez fue reconocido oficialmente como rey de Portugal por Alfonso VII, monarca de Castilla y León, asumiendo el nombre de Alfonso I.
La creciente y muy exitosa actividad marítima desarrollada en Oporto permitió que la ciudad se convirtiera en un polo comercial que se enriquecia permanentemente con nuevos visitantes que buscaban la oportunidad de acceder a su propia parcela del nuevo paraiso.
Durante el siglo XVIII, la ciudad experimentó la construcción de una larga serie de bellos e imponentes edificios, muchos de los cuales aún se mantienen en pie, causando admiración de turistas que han oido de ellos a lo largo de todo el mundo. Esas edificaciones fueron posibles gracias al éxito de una nueva industria basada en la explotación vitivinicola.
En 1820, Oporto vivió un levantamiento militar que permitió pasar de la monarquía absoluta a una constitución liberal. A fines del siglo XIX se construyó el puerto de Leixoes que permitio sostener el crecimiento económico de Oporto.
En el año 2001, como demostración clara de las altas miras de su población, Oporto fue elegida, junto a Rótterdam, capital cultural de Europa, una elección natural si se tiene en cuenta, entre otras cosas, los museos locales, incluyendo el Soares dos Reis, el más antiguo de todo Portugal.
|