El pasado suele dibujarse, siempre, con los colores mas hermosos, por supuesto, existe excepciones y, entre ellas, puede situarse, por su manejo de los ritmos de la narracion y el cambio de mirada, la gran novela del argentino Alan Pauls llamada, precisamente, El pasado.
Pero lo importante aqui no es la literatura sino el hecho de que todos nosotros, personas normales y corrientes, solemos caer en el error, si quiere llamarse de esta forma, de considerar que el pasado muchas veces no puede reconocerse del todo.
¿Que queremos decir con esto? Que lo que contemos del pasado, por mas colores maravillosos que pongamos en él, tal vez no sea entendible para nuestros niños, quienes, tan inmersos en el presente, en el aqui y ahora estan, no pueden saber, por ejemplo de los placeres simples de los cuales nosotros disfrutabamos sin computadoras ni television.
Nuestros hijos, asi, no conocen las simples alegrias de comprar naranjas valencianas. Estos niños no saben lo que es un el sabor de una verdadera naranja porque no las han probado. Por supuesto, existen mercados, mercados que tienen naranjas, naranjas que parecen brillantes y ricas pero, al probarlas, lo que descubre el consumidor es que saben... a nada.
La razon esta en la gran cantidad de productos quimicos que le ponen las empresas para hacerlas mas vistosas pero no mejores. Por esa razon, los jovenes agricultores de naranjas de Valencia decidieron comercializar sus propios productos naranjas tan grandes y dulces que son el sueño prohibido de todo niño; naranjas de Valencia similares a las narradas por Bradbury solo que aquellas existian en el papel y estas en la realidad, disfrutable y mordible realidad.
Para comprar naranjas valencianas verdaderas, grandes y jugosas solo ingrese al sitio web de estos jovenes agricultores. Podemos asegurarle que no se arrepentira al hacerlo

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